Diálogo Regional: Cambio Climátio, Agricultura y Seguridad Alimentaria en el Corredor Seco de Centroamérica

Los impactos del cambio climático plantean desafíos fundamentales para el desarrollo en Centroamérica, particularmente en la zona del corredor seco. Los efectos de la sequía y, en general, de la variabilidad climática amenazan la viabilidad de los distintos sistemas productivos, sobre todo, de los medios de vida de las familias que dependen de la agricultura para la producción de alimentos y generación de ingresos. Frente a esto, los gobiernos y las organizaciones regionales han ido construyendo una serie de políticas y programas orientados a proteger la seguridad alimentaria y nutricional para enfrentar los impactos más inmediatos en la disponibilidad de alimentos y avanzar en la reducción del riesgo a desastres.

La agroindustria también enfrenta desafíos considerables, ya que el aumento de temperatura está cambiando las condiciones de los cultivos y la disponibilidad de agua, pero, además, cada vez es más urgente la necesidad de transformar las prácticas actuales relacionadas con la mayor producción de gases de efecto invernadero. No obstante, existen nuevas oportunidades en la innovación de las actividades agroindustriales a partir de la adopción de estándares que incorporan elementos para la sostenibilidad ambiental, tecnologías para un uso más eficiente del agua o los nuevos mercados para cultivos bajo sombra, como café y cacao.

En algunos territorios se están desarrollando experiencias que pueden aportar lecciones para enfrentar los impactos del cambio climático, los cuales implican la transformación de prácticas agrícolas, creación de redes o sistemas de extensión y apoyo técnico local, legitimadas a partir de acuerdos locales y normativas que permiten su permanencia en el largo plazo.

El reto es grande, ya que el cambio climático es una tendencia que irá complejizándose en el mediano y largo plazo, colocándonos ante el reto de innovar las prácticas productivas, políticas, y en general la institucionalidad, de manera que se logre articular las políticas y programas agrícolas con lo ambiental y lo territorial, asegurando la provisión de los servicios ecosistémicos que son la base de la seguridad alimentaria, la producción y la resiliencia frente al cambio y variabilidad climática. Esto requiere la construcción de una institucionalidad multi-escala que articule acciones en los territorios, vinculadas con políticas y programas de alcance nacional y regional.

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