REVALORIZANDO COMUNIDADES Y TERRITORIOS

Agricultura Familiar: un esfuerzo impulsado desde las comunidades

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Grupo focal para elaboración de diagnóstico

 

Los fenómenos climáticos han agudizado los desafíos que ya enfrentaba la producción agrícola familiar y campesina en El Salvador debido al abandono del sector por parte del Estado, la falta de políticas públicas y el deterioro de medios de vida rurales. Entre 2012 y 2013 diversas organizaciones campesinas se articularon para liderar esfuerzos que les permitan fortalecer su resiliencia climática, los cuales concluyeron en la formación del Comité Nacional de Agricultura Familiar (CNAF), una plataforma que busca incidir en la construcción participativa de políticas públicas para el sector agrícola salvadoreño.

Como resultado de los esfuerzos de incidencia del CNAF, en abril de 2021 se aprobó la Ley de Agricultura Familiar, un marco legal que promueve la transición hacia la agricultura familiar agroecológica, respondiendo a la urgencia de fomentar un modelo productivo sustentable y resiliente al cambio climático que contribuya al desarrollo económico y a la inclusión social de los productores de alimentos.

Cuatro años después, dicha ley aún carece de mecanismos de implementación, volviendo más relevante y vigente el funcionamiento de espacios de interlocución e incidencia como el CNAF, que ha sostenido su compromiso por promover la aplicación de la ley y de construir puentes entre las comunidades, organizaciones campesinas y el Estado. La validación formal del reglamento interno del CNAF aún está pendiente, su reconocimiento le permitiría consolidarse como un referente nacional de articulación multisectorial.

Como parte del trabajo de incidencia y visibilización que realiza el CNAF, se llevó a cabo la sistematización de 14 experiencias exitosas de personas e instituciones que ofrece valiosos aprendizajes sobre la agricultura familiar y la agroecología, en donde se resalta la participación y liderazgo de las mujeres, la elaboración de productos orgánicos, la diversificación de cultivos, el reciclaje, sistemas de riego y la interacción con instituciones públicas y organizaciones de sociedad civil que brindan apoyo para fortalecer estas iniciativas.

Los esfuerzos del CNAF también se orientan a evidenciar las condiciones en las que se desarrolla la agricultura familiar, sus desafíos y sobre todo, sus logros, a pesar de las difíciles condiciones en que realizan esta actividad. Volver la mirada a las comunidades agrícolas campesinas es otra forma de incidencia en donde es posible identificar la urgencia de reactivar el proceso de implementación de la Ley de Agricultura Familiar.

En este contexto, se desarrolló el Diagnóstico rápido sobre la Agricultura Familiar, que recoge la voz de actores territoriales y que sirve como carta de presentación para posicionar al comité frente a tomadores de decisiones. Este esfuerzo impulsado por el CNAF fue elaborado gracias al apoyo de varias organizaciones comunitarias, destacando el rol de la Asociación Agropecuaria “Mujeres Produciendo en la Tierra” (AMSATI) y organizaciones de mujeres de El Congo y Coatepeque de Santa Ana.

 

 

¿Cómo perciben las comunidades la agricultura familiar?


Para las comunidades que tradicionalmente se dedican a la producción agrícola campesina, la agricultura familiar es una forma de vida y un legado que se transmite de generación en generación sobre cómo aprovechar y proteger los recursos naturales de la tierra.

Particularmente para las mujeres, es también una actividad que fortalece la integración familiar, donde se refuerzan los vínculos al involucrar a diferentes miembros de la familia en las actividades del proceso de producción. También la perciben como una práctica fundamental para avanzar hacia la seguridad alimentaria de sus comunidades.


Es como nuestra forma de vivir, nuestra forma de alimentarnos, si lo producimos en la casa mejor, no solo producimos comida, sino que también unión familiar porque con los huertos caseros la familia es más unida no solo para la alimentación, sino que abarca todo.

Participante de grupo focal de mujeres, Cantón El Tinteral, Coatepeque



Dentro de la agricultura familiar se vuelven cada vez más relevantes las prácticas agroecológicas, que además de garantizar una alimentación más saludable, pues se elimina el uso de agroquímicos convencionales, se perciben impactos económicos positivos a partir de la elaboración de productos propios como repelentes y abonos orgánicos. Esto ha permitido a algunas familias diversificar su producción y así palear la difícil situación económica que enfrentan.

En la práctica de la agricultura familiar aún persisten las brechas de género, que limitan la participación de las mujeres en el desarrollo y alimentación de sus hogares. Tradicionalmente, el rol de cultivar y cosechar la tierra se adjudica a los hombres, mientras que de las mujeres y las niñas se espera que asuman el trabajo de cuidado y la comercialización de los productos a través de la venta ambulante.


Desafíos de las comunidades para fortalecer la agricultura familiar


La principal limitante que enfrentan las comunidades agrícolas es el acceso y tenencia de tierra. Esto obliga a las familias a buscar arrendamientos cada vez más lejos de sus comunidades, y en ocasiones se enfrentan con condicionamientos sobre el uso del suelo, donde sólo se les permite cultivar granos básicos, limitando así el ingreso familiar.


El aumento del alquiler de la tierra antes lo daban a 8 y ahora a 10 pero únicamente para maíz y frijol, si se quiere cultivar algunas hortalizas (ayote, pipián) no permiten ya seria otro terreno hay que buscar de regadillo

Participante Grupo Focal de mujeres, Cantón El Tinteral, Coatepeque



El segundo problema que más impacta a las comunidades agrícolas es la variabilidad climática, que se traduce en pérdidas importantes de cultivos ocasionados por períodos prolongados de sequía o por depresiones tropicales. A la ocurrencia de fenómenos climáticos severos se suma el difícil acceso a agua, que, para las familias enfocadas en el cultivo de hortalizas, implica un aumento considerable en su inversión de producción al pagar altos costos para obtener cantidades mínimas de agua.

El sector agrícola en El Salvador actualmente recibe poco apoyo por parte del Estado, las instituciones encargadas de facilitarles insumos y de fortalecer sus capacidades técnicas se encuentran debilitadas y sus presupuestos han sido reducidos. Esto se combina con la escasez de espacios de diálogo institucional, que dificulta la construcción de una agenda común en favor de la agricultura familiar.

Las comunidades también identifican el reto de involucrar a los jóvenes en el trabajo agrícola en el marco del régimen de excepción. A pesar de que existe un interés por trabajar la tierra y participar en las labores de agricultura junto a otros miembros de su familia, temen ser capturados injustamente por las autoridades.


Alternativas comunitarias que sostienen la agricultura familiar

Frente a la falta de acceso a tierras, las familias han optado por la agricultura urbana, sembrando en pequeños espacios y apoyándose en prácticas agroecológicas para obtener alimentos para sus familias. Durante la pandemia de COVID19 la restricción de movilización forzó a las comunidades agrícolas a desarrollar otras alternativas de comercialización. Es así como aprendieron a apoyarse en la tecnología y el uso de redes sociales para circular sus productos a nivel comunitario.


Un aprendizaje que vale la pena resaltar en el contexto de la pandemia es la práctica de solidaridad en las comunidades, que se reflejó en la entrega de granos básicos a familias que no contaban con los recursos mínimos para su alimentación. También surgió la modalidad de intercambio: unas familias tenían aves de corral, otras hortalizas y otros granos básicos. El intercambio de estos productos también fortaleció el vínculo de la comunidad y la organización para diversas iniciativas.


Nos dio la oportunidad de poder apoyar si yo tenía frijol, plátano, guineo y la vecina no tenía, le llevábamos”.

Participante Grupo Focal de mujeres, Cantón El Tinteral, Coatepeque



Como proyectos futuros, las comunidades se plantean la creación de tiendas comunitarias y de cooperativas, con las cuales se promueva la comercialización de diversos productos orgánicos a nivel comunitario. Para llevarlos a cabo, consideran necesaria la asistencia técnica y apoyo en financiamiento.

Cooperación y acompañamiento para el desarrollo de la agricultura familiar


La cooperación internacional ha desempeñado un papel fundamental en el acompañamiento del CNAF. Organismos como FAO y FIDA han apoyado directamente los procesos del comité, especialmente en la formulación de su reglamento interno, mediante la conformación de una comisión técnica para su discusión y validación.

La Fundación PRISMA también ha sido un actor clave, facilitando espacios de diálogo, promoviendo encuentros presenciales para la reflexión estratégica y apoyando la construcción de agendas de trabajo articuladas entre organizaciones que refuercen los procesos impulsados desde los territorios. Ya que más allá de su rol productivo, las experiencias de agricultura familiar muestran cómo las familias agricultoras pueden fortalecer la economía local, además la producción de alimentos básicos aporta a la generación de valor agregado, empleo y exportaciones. Estas también tienen una gran importancia en la cohesión social y en la redefinición de agendas de desarrollo desde los territorios.